Rhada Blank escribe, dirige y protagoniza una personal historia sobre encontrarse a sí misma, que sirve como la carta de presentación de un gran nuevo talento.
¿Qué haces cuando tu momento ya pasó? ¿Cuando todos te dicen que no hay un lugar para ti? Eso se pregunta Rhada, una mujer a punto de cumplir los 40 que cree firmemente que su carrera aún está comenzando. Pareciera haber mucho de realidad en la película Rapera a los 40 y es que es indudable que Rhada Blank, la guionista, directora y protagonista de la cinta se basó en sus propias experiencias para crear esta obra.
Dramaturga prometedora, mujer negra con una perspectiva poco conocida, novata del freestyle y el rap. Son algunas de las formas que otros tienen para describir a Rhada, su personaje en Rapera a los 40, pero también aplican a la creadora. En un mundo donde todos se han encargado de decirle quién es y qué es lo que puede hacer, ahora ella toma la palabra.
Rhada, Rhada Blank y RahdaMUSPrime
Rhada fue distinguida hace tiempo como una de las voces del futuro en la escena teatral neoyorkina. Ahora, hace clases de teatro en un colegio e intenta escribir lo que sería su próxima obra. Pero algo le falta. Esa sensación de no haber desarrollado su verdadero potencial. Ad portas de los 40 y cansada de hombres blancos que la quieren contratar para “diversificar” su trabajo, Rhada decide arriesgarse con una pasión poco explorada: el rap.
Así que Rhada compra marihuana y la utiliza como moneda de cambio para grabar en el estudio de grabación de un músico llamado D (Oswin Benjamin), improvisa su nombre de rapera “RhadaMUSPrime” y le da rienda suelta a los versos que compondrían la nueva faceta de su vida.
Sin que nadie la detenga, empieza a transitar por el nuevo camino que escogió. La forma más realista de concretar el eslogan que nos repite incesante que sigamos nuestros sueños.
Qué significa ser rapera a los 40
A Rhada la persigue el fantasma de la edad. También el tener que venderse para sobrevivir en una industria inestable. Pero es esa misma fuerza la que motiva su viaje y el descubrimiento que tiene es tan simple como seguir su intuición, escuchar su corazón y encontrar su propia voz.
Rapera a los 40 se trata de no tener que rehuir de quien uno es para alcanzar lo que se quiere. Es más, invita al espectador a abrazar esas idiosincrasias, lo que nos hace diferente y utilizarlo a nuestro favor.
Las rimas de Rhada no podrían existir si ella no estuviera en el momento en que se encuentra y la película misma es un testimonio a que no tenemos que salir de lo conocido para hacer una obra de arte valiosa: las historias más personales son las más poderosas.
Una obra única en su especie
Rapera a los 40 puede recordar a la antiguas películas de Spike Lee y Woody Allen, donde comedia y drama se mezclan para deambular por un Nueva York en blanco y negro atestado de personajes verborreicos. Pero al mismo tiempo es difícil pensar en una película similar a esta. ¿Cuándo fue la última vez que se le permitió a una mujer hablar de su falta de éxito de esta manera? Lo que logra Rhada Blank es casi un milagro y un ejemplo de cómo las cosas han avanzado para mujeres y minorías en los últimos años.
Se nos permite ver y ser inspirados por la historia de una mujer que ha tenido todo en contra pero que aun así sigue adelante con un sueño que puede parecer ridículo hasta que deja de serlo. Cuando Rhada empieza a rapear, las dudas se disipan y uno escucha. ¿Cuánto talento se nos ha negado por mantener estructuras que solo benefician al mismo tipo de gente?
Rapera a los 40 se erige como una obra inesperada, sincera y graciosa. Como una pequeña historia que contiene mucho más de lo que parecería al principio. Como evidencia de que nunca es tarde para empezar y un recordatorio a toda persona de la validez de la voz propia. Es una de las mejores películas del 2020.